La creciente crisis de seguridad en América Latina, que abarca desde México hasta Chile, ha puesto a prueba a los gobiernos de la región, mientras la violencia y el crimen organizado se convierten en las principales preocupaciones de los ciudadanos. La militarización del litoral mexicano y la unidad política en Chile son ejemplos de cómo los países intentan enfrentar estos desafíos.
En Chile, el presidente enfrenta una crisis en su coalición de gobierno debido al aumento de la violencia, con un 71% de los chilenos considerando que la delincuencia ha aumentado en los últimos cuatro meses. En Ecuador, la violencia ha escalado desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, con un 85% de los ecuatorianos percibiendo un aumento en la delincuencia.
Mientras tanto, en México, el presidente ha cambiado radicalmente la estrategia de seguridad en comparación con sus predecesores, enfocándose en combatir la pobreza en lugar de enfrentarse directamente al crimen organizado. Sin embargo, el gobierno ha tenido que enfrentar una nueva guerra entre cárteles, un aumento en la migración y la pandemia del fentanilo.
Venezuela, aunque lidera las estadísticas de violencia en la región desde hace décadas, ha experimentado una mejora económica reciente debido a la reanudación del negocio petrolero entre el gobierno y Estados Unidos. A pesar de esto, la percepción de la inseguridad sigue siendo alta en países vecinos como Perú y Costa Rica.
La violencia y el crimen organizado continúan desafiando a los gobiernos de América Latina, con países como Brasil y Argentina también enfrentando problemas de seguridad. En Brasil ha rescatado su antiguo plan de seguridad pública para enfrentar la creciente violencia en Río de Janeiro, mientras que Argentina ha aprobado un plan para reforzar la seguridad en la ciudad de Rosario.
En resumen, América Latina enfrenta una creciente crisis de seguridad, con la violencia y el crimen organizado complicando los planes de los gobiernos y convirtiéndose en las principales preocupaciones de los ciudadanos en toda la región. Los líderes políticos deben abordar estos desafíos de manera efectiva para garantizar la estabilidad y la seguridad en sus respectivos países.